Cuenta la leyenda que el rey Numitor de Alba Longa fue destronado y desterrado por su hermano Amulio, el cual procedió a matar a todos sus sobrinos con excepción de la única mujer: Rea Silvia. Con tal de que esta no tuviera descendencia, la obligó a dedicarse a servir a Vesta. Un día, mientras Rea dormía en la orilla de un río, el dios Marte la dejó embarazada y de esta unión nacieron los gemelos Rómulo y Remo. Sabiendo que si su tío se enteraba del hecho también los mataría, Rea puso a los recién nacidos en una cesta y la dejó en el río Tíber. La cesta se cruzó en el camino de la loba Luperca, quien los amamantó, y más tarde fueron recogidos por el matrimonio de pastores Fáustulo y Aca Larentia. Se dice que fueron educados en Gabio, un centro cultural de Lacio y que más tarde fueron bandoleros.
Los gemelos crecieron y descubrieron su origen. Buscando venganza, volvieron a su ciudad natal para matar a su tío abuelo y reponer en el trono a su abuelo Numitor. Éste, en agradecimiento, les entregó territorios al noroeste del Lacio. Con 18 años decidieron fundar una ciudad justo donde la loba los encontró: Remo decía que eran una señal las seis aves que señalaban el monte Aventino, mientras que Rómulo entendió como otra señal las doce aves que señalaron el monte Palatino. Este último, tras una discusión, decidió marcar los límites de la futura ciudad, la Roma quadrata del monte Palatino y amenazó con matar a todo aquel que los cruzase. Remo, ebrio, decidió retar a su hermano y los cruzó, argumentando que nunca llegaría a ser rey. Rómulo no lo dudó y acabó con su vida. Arrepentido, decidió enterrar a su hermano en la cima del Palatino y emprendió una nueva etapa como único rey de Roma.
Creó el senado, compuesto por 100 personas conocidas como patres, cuyos descendientes fueron los patricios y dividió la ciudad en 30 congregaciones. Los primeros habitantes, por otro lado, fueron los refugiados, libertos, esclavos, prófugos...
Los primeros habitantes eran todos hombres. Por ello, Rómulo organizó unas pruebas deportivas a las que invitó a la población vecina de Sabina. Aprovechó esta ocasión para raptar a las mujeres (conocido este hecho como el rapto de las sabinas) y los hombres de esta ciudad decidieron rescatarlas, provocando a las sabinas un dilema: si morían los sabinos, morían sus padres y hermanos, pero si morían los romanos, morían sus maridos e hijos. Finalmente, Rómulo pactó con el rey sabino Tito Tacio una diarquía hasta la muerte de este último. Rómulo quedó como único rey y realizó diferentes y victoriosas empresas bélicas.
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